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ESCONDEN A EX-RESIDENTES POBRES DE CIUDAD DEL CABO

 

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Del enviado especial a Ciudad del cabo, Wu Ming

A 30 km del nuevísimo estadio de Green Point, el asentamiento improvisado de Blikkiesdorp está separado de Ciudad del Cabo por la enorme pista del también nuevísimo aeropuerto local. Parece hecho a medida para no ser visto por los miles de hinchas que atocharán los terminales de desembarque, en busca de las múltiples atracciones de la ciudad más turística del país, debido a la copa del mundo

Con el Mundial de Sudáfrica, aún cuando estemos a miles de kilómetros, nos enteramos de los proyectos que revolucionaron al país que tuvo secuestrado en sus cárceles a Nelson Mandela. Miles de ejemplos de bondad, esfuerzo y lucha nos bombardean para ilustrar a los miles de hinchas de las distintas latitudes que asisten al particular encuentro. Esa es la lógica de producción capitalista. Con presupuestos millonarios montan espectáculos que de transformación social no tienen nada. Sólo se entretiene, para seguir manteniendo el orden de las cosas.

Para los juegos Panamericanos en Río de Janeiro hace poquito pasó lo mismo y Ud, ni se enteró. Ahora que todo el mundo anda revolucionado con el waka waka, y el umbingelelo, abramos la ventanita y échele un vistazo a qué sucede en el continente madre.

Para los 3.000 residentes del asentamiento Blikkiesdorp, la Copa es una maldición. A raíz del evento, fueron removidos de las áreas centrales de la ciudad y lanzados a lo que llaman un depósito de gente o derechamente, un campo de concentración. El terreno está rodeado por cercos. Los habitantes viven en casetas de zinc de 18 m2, donde el forro del techo está hecho de plástico y el piso, de un adhesivo que imita a la madera. Las paredes son tan finas que pueden ser cortadas con tijeras, ofreciendo una protección minima contra el frío y la lluvia. En verano, el lugar arde.

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“Me dijeron que iría a una vivienda temporal, y estoy aquí hoy” dice Andrew Maqoyie, quien vivía en las calles cercanas al estadio. Fue expulsado del lugar en 2007, cuando el recinto deportivo comenzó a ser construido.

Muchos vivían de manera precaria en el centro, en casas okupadas. Sin embargo, afirman que su vida empeoró. Además de dividirse los baños y tener que ducharse luego de acarrear baldes desde muy lejos, están aislados de cualquier oportunidad de empleo.

Marietta Monagiee vivía en el centro, en el mítico barrio de Woodstock. Trabajaba como cocinera en una iglesia en Sea Point. Después de ser transferida a Blikkiesdorp, intentó mantener el empleo por una semana pero desistió. “A veces era preciso trabajar hasta tarde y no había transporte para volver a casa. Llevaba años viviendo donde estaba y ahora estoy aquí, lejos, sin trabajo. ¡Gracias al mundial!”. Hoy, la señora Marietta sobrevive con los 750 rands ( 60 mil) que recibe como bono del gobierno por ser madre de tres hijos.

Según, Jane Roberts, líder comunitaria local, la alcaldía nunca admitió que la erradicación era debido a la copa del mundo. “Para nosotros era obvio pero evidenciarlo es mala publicidad”

Blikkiesdorp se ubica bien lejos. Llegar al centro lleva dos horas, primero en bus, luego en tren. El trayecto cuesta 30 rands (8 lucas) mientras el sueldo mínimo son 1000 rands. La falta de poder adquisitivo obligó a los dueños de los almacenes a ser creativos. Ismail Mosa, vende azúcar por octavo de kilo, a 1 rand. Consultado frente al tema fue claro: “No se qué tanto asombro si aquí sucedió lo mismo durante el apartheid. Los pobres fueron expulsados para dar lugar a los ricos”

La rabia del mundial tiene límites

Cuando los Bafana Bafana entren al campo de juego, los mismos habitantes que se dicen damnificados por la limpieza urbana, estarán pegados al televisor de su casa o del vecino. “No tengo mucho que celebrar pero no me desagradaría que el equipo gane”, dice Marietta Monagiee, residente de Blikkiesdorp. Como en el resto del país, en cada región los seguidores del atacante Benny McCarthy debaten intensamente acerca de su peso. “Es mi ídolo pero sólo él tiene culpa de su sobrepeso”, afirma Mohammed Khan. El jugador del club inglés West Ham fue desechado por el técnico Carlos Alberto Parreira por estar gordo.

Al oír la crítica, Nolan Adams, otro residente del barrio, protesta con vehemencia “Es un absurdo hablar de su peso. El siempre fue un jugador clave en la selección”.

El lugar de los hinchas

En el asentamiento Joe Slovo, en los márgenes de la carretera que une el aeropuerto con la ciudad, flamea una bandera del Pirates, uno de los equipos de Johannesburgo. Aún cuando estén separados por 1.400 km, Kaizer Chiefs y el Orlando Pirates son los rivales del distrito de Soweto, monopolizando la atención de las poblaciones que rodean Ciudad del Cabo. Los equipos locales (Santos y Ajax) tienen seguidores sólo en la clase media.

Para los hinchas del Pirates, el hombre clave de la selección es el mediocampista Teko Modise. De la misma forma, quien alienta a los Chiefs defiende al lateral izquierdo Siphiwe Tshabalala, autor del gol en el partido inaugural.

Mientras Parreira mantenga a los dos en la selección, no habrá disturbios en las periferias. El técnico brasilero es visto con respeto, mientras que su antecesor, Joel Santana, otro brasilero hoy DT del Botafogo, es considerado como una mala broma.

“Sin embargo, el equipo necesita atacar mas. Es preciso colocar a Modise mas cerca de los atacantes, dice Thabo Pukwana, hincha del Pirates.

Las instituciones tampoco funcionan

La alcaldía de Ciudad del Cabo niega rotundamente la existencia de una operación de limpieza urbana y afirma que la remoción de las familias para áreas alejadas del centro, no tiene ninguna relación con la Copa del Mundo.

Según Kylie Hatton, portavoz de la alcaldía, Blikkiesdorp fue establecida hace cerca de dos años y medio. “Esas personas estaban ocupando inmuebles de manera irregular, en el centro de la ciudad, y tuvieron que ser llevados a otras localidades. Dada la escasez de áreas, la solución encontrada fue llevarlos para allá”, afirmó la encargada. Según Hatton, los pobladores están temporalmente en el sector. No obstante, admite que este periodo temporal se puede extender a los 6 años. “Nadie forzó a la gente a moverse para allá. Ellos son libres de irse cuando quieran. Lo único que no pueden hacer es volver a sus antiguas casas” postuló la encargada de comunicaciones.

De acuerdo con la alcaldía, hay un déficit habitacional muy grande en la ciudad. Acomodar a todas las personas conlleva tiempo y paciencia. Existe una lista de espera de 400 mil familias aguardando reubicación pero tendrán que tener mas esperanza. Lamentablemente, no hay recursos para buscar otra solución.

Si bien la alcaldía reconoce que la situación no es perfecta, recuerda que los residentes están viviendo gratis. Incluso inauguraron un centro de salud al que se puede llegar a pie. Para que no tengan que viajar al centro y morirse en el camino. O derechamente, para que no vuelvan más y permanezcan escondidos, en la periferia.

fuente: www.radioplaceres.cl

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